La feliz expresión del título es de Gabriel Fernandez, director de la revista alternativa La señal medios, y describe un estado de ánimo que atraviesa todo el arco ideológico de las clases medias, rurales y urbanas, que buscan su identidad en lo alto de la escala social. “Un paro, un mensaje radial, un brulote en la edición digital de un diario, algún cacerolazo, la charla en el barrio, muchos mails. Y, para los que no reniegan de su afán de justicia, un buen sacudón para quedar a la izquierda y clamar la reforma agraria”, dice Fernández.
“Si antes una franja apreciable de la comunidad media abandonaba su confort para cooperar con la liberación en general y con la mejoría en la vida popular en especial, ahora otro sector de ese segmento llamea y se compromete: vamos a luchar por los ricos, ésa es nuestra opción. Comerciantes, profesionales y no pocos rascas han resuelto considerar indignante que multimillonarios dirigentes rurales paguen impuestos. Y aún más: evalúan disparatado que el Estado les exija blanquear parte de su producción y su personal. Y así como una generación de muchachos de las capas medias bregaron por la justicia social para todos, ahora tenemos a una pequeña multitud que lucha para expandir la pobreza. Es tan solidaria esa entrega, que se incluye.”
Fernández tenía 23 años cuando terminó la dictadura. Con una voluntaria entonación jauretcheana, explica que de volver a gobernar
Con cuestionarlos, no basta, dice Fernández, porque cuando la sociedad se debate entre elaborar un futuro mejor o retomar la receta del atraso, estos segmentos eligen el deterioro aunque los incluya y los damnifique. “Con su vocecitas amplificadas opacan las voces de quienes necesitamos cuestionar aspectos centrales de la política oficial con el objetivo de debatir empleo, industria, energía, recursos naturales, finanzas, impuestos e ingresos desde una perspectiva nacional y popular. Y ante la posibilidad del emerger de un émulo de José Alfredo Martínez de Hoz, emblocan a quienes no podemos admitir una salida por derecha de este panorama”. Estos comodines de la oligarquía exigen “de un pueblo que brega por mantenerse consciente en medio de la bulla, un razonamiento profundo para establecer una política que los fragmente, los anule y, en tanto sea posible, los disuada de semejante lugar en la historia”.
El gobierno no ha sido eficaz en neutralizar la capacidad de acción política de quienes anhelan ser pobres y optan por promover a quienes los esclavizan. Por eso, se siente como una necesidad colectiva la elaboración de una alternativa superadora del proceso en marcha, que apuntale sus aciertos y releve sus torpezas. “Miles de argentinos han resuelto luchar por los señorones. Ya lo han hecho antes, con éxito, y han contribuido a hundir una gran Nación. Tendremos que reflexionar a fondo qué haremos nosotros”, concluye Fernández.
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