7/5/09

El plebiscito de junio y el proceso golpista


Por Rubén Dri

Hace unos días el conocido amante de los golpes, Mariano Grondona, y el patrón sojero Hugo Biolcati, se divertían en la Televisión jugando a las adivinanzas sobre el momento en que se produciría el golpe destituyente.

El candidato propuesto, que por otra parte, ya tiene el gabinete en la sombra es Julio Cobos. La manera sobradora en la que se expresaron ambos protagonistas, es una clara manifestación de la seguridad con la que camina el movimiento golpista o “destituyente” para no herir oídos delicados.

Desde que las patronales del agro se largaron a hacer el agresivo y violento lock out en marzo del año pasado, estuvo claro para quien quiso verlo que lo que se pretendía como máxima era la destitución del gobierno y, como mínima, su debilitamiento. Por ello a Eduardo Buzzi no le importó que el rechazo de la 125 dañase logros para los medianos productores, pues lo que se pretendía era derrotar al gobierno, debilitarlo para terminar con un Estado que pretende “entrometerse” en los negocios sojeros.

Aunque a mentes puristas les incomode, de lo que se trató en ese momento y de lo que se sigue tratando ahora, y el próximo plebiscito es parte de ello, es de la lucha entre dos proyectos de país enfrentados. No me gusta hablar de modelos, porque éstos hacen alusión a algo puro y transparente, cosa que no se da en ninguno de ambos proyectos.

Si bien es cierto que el proyecto nacional expresado a nivel de gobierno por Cristina presenta contradicciones que lo oscurecen, poseemos algunas claves infalibles para saber si efectivamente se trata de un proyecto nacional y, en consecuencia, con beneficios para el pueblo. Se trata de ver cómo lo tratan El Clarín y la Nación, sus voceros más connotados, Mariano Grondona y Joaquín Morales Solá, y los canales de televisión en manos en los grandes monopolios.

Pocas veces se ha visto en nuestra historia reciente tanto odio, tanta saña, tanta mentira, como la que diariamente nos muestran los grandes medios de comunicación. Da la impresión de que nos encontramos bajo la más feroz dictadura, con el peligro diario de ser asaltados, con la prensa amordazada, aislados del mundo. Una negra dictadura a la que sólo le falta Auschwitz, como dijera la pitonisa chaqueña.

A partir del feroz lock out patronal con que las corporaciones agrarias castigaron a la sociedad toda, salió a relucir el accionar de una derecha reaccionaria que supo conquistar un espacio social en proporciones que nunca antes había logrado. Su avance es el dato más peligroso que presenta la actual coyuntura. En un momento en que finalmente en América Latina se está respirando un aire de autonomía y de solidaridad en proyectos independentistas y liberadores, esta derecha presenta el peligro mayor.

Néstor Kirchner llega a la presidencia por la ventana, sin base social. Con una inteligente lectura de lo que había sucedido en la pueblada del 19-20 diciembre de 2000 rápidamente toma diversas medidas direccionadas a responder a demandas urgentes que habían sido expresadas en dicha pueblada. Es necesario confesar que nadie o muy pocos, si había alguno, sospechaba el giro que su gobierno habría de tomar rápidamente.

Recuperación del Estado, saneamiento de la Suprema Corte y del Ejército, derogación de las leyes de impunidad, fortalecimiento de los organismos de derechos humanos, una serie de reestatizaciones como AYSA, Correo argentino, Aerolíneas argentinas, fin del negocio de las jubilaciones privadas, creación del Museo de la Memoria y del Archivo Nacional de la Memoria en lo que fuera la ESMA, fortalecimiento de la integración latinoamericana, muerte del ALCA, creación de UNASUR y del Banco del Sur, por citar algunas de las acciones del gobierno que hace que se pueda hablar de un gobierno nacional con medidas en beneficio del pueblo.

Para ser efectivamente “popular” se necesita algo más, participación popular, la que es imposible sin la creación de un movimiento popular. Este movimiento existe “en-sí” o en potencia, en la medida en que se encuentra fraccionado, sin posibilidades de constituirse en el actor fundamental de la política del Estado. La política de transversalidad intentada por el gobierno tuvo magros resultados, en gran parte por no ser una iniciativa que creciera de abajo hacia arriba.

Desde las décadas del 60/70 la deficiencia fundamental para una política efectivamente nacional y popular ha sido la falta de ese movimiento que supo expresarse en momentos críticos como en el 2001, pero que no pudo cuajar en una organización o estructura en la que se respetasen las divergencias para ser realmente el factor fundamental de poder.

En el proyecto político del gobierno hay una profunda contradicción entre la política del Estado que, pese a fallas que consideramos graves, se orienta hacia la recuperación del Estado nacional con orientación popular en lo interno y latinoamericana en lo externo, y el instrumento político conformado por el PJ y sus alianzas.

De no resolverse esa contradicción de una manera superadora, que sólo puede efectivizarse mediante la creación del movimiento popular, se resolverá con un retroceso inevitable. Creación del movimiento popular, creación de poder popular, desde abajo hacia arriba, es una tarea imprescindible si se pretende que el proyecto nacional sea verdaderamente popular y tenga posibilidades ciertas de producir las profundas transformaciones que requiere el país.

Mientras tanto, ¿Qué pasa con las próximas elecciones? ¿El movimiento popular debe desentenderse de ella? Para una respuesta menester es tener en cuenta que las elecciones legislativas realizadas a mitad de un período presidencial siempre fueron plebiscitarias, es decir, siempre sirvieron para aprobar o desaprobar la política del ejecutivo. Cuando se produce una fuerte desaprobación, esto es, una derrota del poder ejecutivo, éste ya está muerto aunque todavía pueda durar un tiempo. Así le pasó a Alfonsín, así le pasó a De la Rua, quien pretendió desentenderse del problema, alegando que él no era candidato.

Un triunfo de esta derecha agresiva que ante nada se detiene significará la marcha hacia la destitución soñada y predicada por Grondona, el inicio del retroceso hacia el neoliberalismo y todas sus nefastas recetas, la vuelta del FMI, de las relaciones carnales con el imperio. Los diversos movimientos populares encontrarán los mayores obstáculos para su crecimiento.

Uno de los aspectos más negativos que se produciría con el avance de la derecha sería el dar la espalda a la construcción de la Patria Grande Latinoamericana. La Argentina podría tener el triste y nefasto papel de ser tal vez el mayor obstáculo para esta construcción.


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